Hace unos días puse fin a dos años como vicepresidente y a un lustro, toda una legislatura europea, ocupando cargos orgánicos en Equipo Europa. Como ya hice el año pasado y, como también he hecho en otras ocasiones en este blog, he recogido en este artículo algunas de las ideas y reflexiones personales que me han venido a la cabeza durante las últimas semanas en el cargo. He tenido muchas conversaciones con compañeros de Equipo Europa y estas líneas son el resultado de todo ello. Todo tiene un principio y todo tiene un final y cuando asumí la vicepresidencia de Equipo Europa por segunda vez tenía claro que no habría un tercer mandato.
Quiero empezar dando las gracias y felicitando a los miembros de la nueva Junta Directiva: Gonzalo Martín, Iñaki Ranz, Rosa Hernández, Borja Ruisánchez, Irene Gozálvez, Victoria Vega, Marina Rodríguez, Silvia Moratinos, Sara Santocildes, Rafa Yuste y Delia Dinca. Creo que la asociación no podría estar en mejores manos. Tampoco podría haber tenido un mejor sustituto en la vicepresidencia que Iñaki, una buena persona comprometida con los valores de Equipo Europa. No puedo estar más de acuerdo con la denominación que ha escogido para el cargo: un torbellino de información.
Mi motivación para llegar hasta aquí se resume en una sola palabra: europeísmo. No necesito ningún adjetivo más porque la Unión Europea es el mejor proyecto político que el ser humano ha inventado nunca. Todas las naciones son invenciones y depende de nosotros, los europeos, inventar “los Estados Unidos de Europa” (Churchill, 1946). Puesto que a veces me he encontrado con la paradoja de que el deber de los historiadores es “desacralizar la nación y sumergirla en la temporalidad” (Juaristi, 2016), como ciudadano he estado –y sigo estando– comprometido con la construcción no tanto de una nación, sino de una ciudadanía europea. Ese es el compromiso cívico que me ha guiado en Equipo Europa.
Siempre he pensado que nuestro trabajo es sencillo teniendo en cuenta el profundo europeísmo que caracteriza a la sociedad española. Al menos es más fácil que en otros países. Sin embargo, si algo he aprendido este último año es que siempre hay alguien dispuesto a instrumentalizar la causa europeísta para blanquear otros objetivos políticos. También me apena lo desapercibido que ha pasado el 40 aniversario de la firma del Tratado de Adhesión de España a la Comunidad Económica Europea, empañado por un caso de corrupción que muestra que, en nuestro país, al contrario que en otros del norte de Europa, “la tarea más urgente a la que se enfrenta la democracia española es la lucha contra la corrupción”.
Al mismo tiempo, el colapso de la socialdemocracia y el crecimiento de partidos de extrema derecha, muchos de ellos prorrusos, al que asistimos en Europa en el último año, es un verdadero reto que amenaza seriamente el proyecto comunitario. Hasta el momento, esta radicalización de las sociedades europeas, de la que también es partícipe buena parte de la juventud española, no ha supuesto una disminución de los miembros de Equipo Europa. En nuestro caso, seguimos defendiendo, desde una óptica apartidista, los mismos valores que en 2019, año en el que se fundó nuestra asociación: europeísmo, derechos humanos, participación política de la juventud y medio ambiente. Y seguimos incorporando más de 1000 miembros nuevos cada año.
Ante el ambiente cada vez más tóxico de la política, creo que los jóvenes necesitan un espacio como el que ofrece Equipo Europa, donde conviven personas que simpatizan con partidos que van desde Bildu a Vox pasando por casi todas las ideologías que podamos imaginar. Con esto no quiero blanquear esos demonios familiares, como recientemente los ha denominado Víctor Manuel Arbeloa, pero sí confío en que nuestra asociación contribuya a fomentar el intercambio sano de ideas y a reducir la polarización. Durante estos dos años, también he insistido en la importancia de reforzar el perfil político de Equipo Europa, entendiendo que estamos comprometidos con unos valores que tienen una plasmación práctica.
Recuerdo muy bien el día en el que me preocupé por primera vez por Europa. El asesinato de la diputada laborista y europeísta Jo Cox en plena campaña del Brexit en junio de 2016 me pilló de viaje en Barcelona y recuerdo que pasé un buen rato viendo la televisión siguiendo las noticias. El legado político de la diputada laborista Jo Cox se resume con su cita “more in common” que he escogido para titular este artículo. Estos días vivo desde Nueva York el asesinato de una congresista estatal del Partido Demócrata y de su marido en Minnesota. Aunque ya habrá tiempo para reflexionar sobre todo lo que estoy viviendo en Estados Unidos, recomiendo este reciente artículo de Timothy Snyder.
Un año después del referéndum del Brexit, España se vio sometida a la mayor crisis constitucional de la democracia desde el 23F. Recuerdo a Josep Borrell levantar la bandera “estelada” europea en Cataluña en defensa del Estado de Derecho como valor europeo. Haberle conocido el pasado agosto, en el marco del II Premio Internacional Navarra Puerta de Europa, ha sido la experiencia más emocionante que me ha proporcionado Equipo Europa. Borrell continúa hoy en el lado correcto de la historia. En 2019 me fui de Erasmus a Limerick (Irlanda) y empecé a conocer otros jóvenes europeos. Ese mismo año también organicé una jornada para promover las elecciones europeas y conocí a mi admirada Maite Pagazaurtundúa. En 2020 me uní a Equipo Europa y me di cuenta de que la Unión Europea es mucho más que las instituciones de Bruselas y Estrasburgo. Durante los últimos cinco años, leyendo a Stefan Zweig o Timothy Garton Ash, y asistiendo a decenas de cursos, conferencias y mesas redondas, he profundizado en un europeísmo que necesariamente tiene que ser humanista y reformista.

Si algo he descubierto en los últimos años, gracias a Delia, es la importancia de la ampliación europea como la principal herramienta geopolítica con la que cuenta la Unión Europea para promover los derechos humanos, la democracia y el bienestar. Me ha marcado conocer a refugiados y a inmigrantes ucranianos en Pamplona gracias a la asociación Alas de Ucrania y también acercarme a la cultura de este país gracias a mi amigo Borja Lasheras. También admiro el trabajo del corresponsal de guerra navarro Fermín Torrano.
Estoy orgulloso de la colaboración de Equipo Europa con FNEE, una federación de asociaciones europeístas portuguesas, cuya vicepresidenta, Maria Joanico, se ha convertido en una buena aliada. A todo ello se ha sumado vivir durante tres meses en Roma en 2024, lo que ha contribuido a forjar mi carácter europeo.
Si en el primer año en el cargo afrontamos la presidencia española del Consejo de la Unión Europea, las elecciones europeas y el aniversario de nuestra asociación, este mandato hemos tenido dos objetivos: consolidar la organización territorial y descentralizar los grandes proyectos. Hemos intentado inculcar la idea de que es buena la continuidad en los equipos evitando la endogamia. Al mismo tiempo, hemos llevado la Asamblea de Equipo Europa a Cuenca, las VI Jornadas a Segovia y la fase final de las III Olimpiadas a Oviedo y Avilés. A esto se suman los ya consolidados Cursos Europeos de Verano en Pamplona y el Barcelona Model of the European Parliament. En Madrid hemos mantenido el Forum on the Future of the EU. Igualmente, se han celebrado convivencias de Equipo Europa en Alcanadre (La Rioja), Málaga y Girona. Esta descentralización no es una casualidad, sino que parte de la idea de que estos eventos, aunque son más costosos de organizar, permiten activar y motivar a miembros de la asociación por todo el territorio. A la vez, nos permiten viajar y conocer España.

La tarea del vicepresidente de Equipo Europa, al menos la que yo he intentado desarrollar, se resume en mantener a la asociación unida. Esto supone escuchar de forma constante a los socios, ayudar a las delegaciones a llevar a cabo sus proyectos, promover liderazgos en los territorios y defender los intereses de las direcciones regionales en las reuniones de la Junta Directiva de Equipo Europa. Es evidente que los miembros de la Junta, que nos reunimos durante 2 o 3 horas semanalmente, podemos terminar encerrados en nuestra torre de marfil. Eso es algo que debemos evitar. Debido a la paz interna que hemos disfrutado estos dos últimos años, apenas hemos afrontado críticas. Es algo que lamento porque creo que una organización democrática necesita unos contrapesos fuertes. Estoy seguro de que uno de los órganos que hemos creado en estos últimos meses, el Comité de Garantías, va a contribuir a ello. Al mismo tiempo, creo que el vicepresidente tiene que mantener una complicidad especial con el presidente, transmitiendo de forma honesta las críticas y respaldando su trabajo cuando sea necesario.
La escucha activa de los socios, independientemente de su cargo o posición, es algo que ha ocupado buena parte de mi tiempo. Me ha llenado de alegría el mensaje que he recibido tras dejar el cargo de un socio de Equipo Europa Madrid: “En tu interés por conocer nuestras opiniones, siempre percibí tus ganas de hacernos sentir parte de algo tan grande como este proyecto”.
Todo lo que hemos conseguido en estos años es el resultado del apoyo de numerosas personas. Quiero agradecer personalmente la apuesta que han hecho por nosotros a todo el equipo de los Cursos Europeos de Verano y de Diario de Navarra (Luis Colina, Pablo Zalba, Miguel Angel Riezu, Belén Galindo, Yulen Garmendia y, especialmente, Tito Navarro). También quiero dar las gracias al Instituto Navarro de la Juventud (Txema Burgaleta y Carlos Amatriain), al Consejo Navarro de Movimiento Europeo (Patricia Plaza, Elena Ciordia, Juan Ramón Corpas, Reyes Berruezo y Víctor Manuel Arbeloa), a la oficina del Parlamento Europeo (sobre todo María Andrés, Teresa Coutinho y Carlos Rullán) y a la de la Comisión (sobre todo Lucas González Ojeda y Juan González), a la Fundación Konrad Adenauer (Ludger Gruber), a la Fundación Friedrich Ebert (María Pallares), a Sociedad Civil Navarra (Eduardo López Dóriga), al Círculo de Bellas Artes (Valerio Rocco), a la Embajada de Polonia (Kasia Zaworska-Furgała) y a las eurodiputadas navarras Adriana Maldonado y Elena Sancho. Con todas estas personas he tratado directamente y quiero agradecer su apoyo en diferentes momentos, de manera continuada, a nuestras iniciativas.
Pero el éxito del trabajo desarrollado estos años es, sobre todo, mérito del grupo de personas que forma Equipo Europa. Quiero dar las gracias a las direcciones regionales y, particularmente, a sus presidentes durante los dos últimos años: Alejandra Sofía Carrera (Andalucía), Elena González y Carlos Castellano (Aragón), Borja Ruisánchez (Asturias), Álvaro Higuera (Cantabria), Alejandro García y Walter Zellweger (Castilla y León), Patricia Teea Gligan y Gustavo Ruiz (Castilla-La Mancha), Francesc Almendros (Catalunya), Rubén Cavero y Carlota Pombar (Madrid), Natalia Rodríguez (Comunitat Valenciana), María Lertxundi y Olaia Mujika (Euskadi) Jesús Rodríguez y Alejandro Galán (Extremadura), Melissa Calviño (Galicia), Carlos Rotger y José Rada (Islas Baleares), Álvaro Riaza (Internacional), Diego Ruiz (Islas Canarias), Laura Fuertes y José Antonio Calzada (La Rioja), Elena Navarro (Murcia) y Eva Infante e Iñaki Ranz (Navarra). También debo citar a Juanca Lubián, Íñigo Bailón y Borja Rubio, estrechos colaboradores durante este periodo. Es injusto no citar aquí a muchas otras personas que componen las direcciones regionales, pero entonces este artículo sería demasiado extenso.
También le debo un agradecimiento especial a Julia Fernández, fundadora de Equipo Europa y la primera persona que apostó por mí en la asociación, y a Helena Ripollés, la siguiente presidenta y referente en temas de Igualdad. Tengo la suerte de que las dos continúan siendo mis amigas. Siempre he intentado aprender de ellas, he tenido en cuenta sus opiniones y les he ofrecido nuestro reconocimiento. Para mí es un ejemplo Aitor Ugarte, anterior vicepresidente y uno de mis mejores amigos. En esta etapa, Aitor solamente ha trabajado por Equipo Europa cuando se lo hemos pedido –que han sido unas cuantas veces– y se ha encargado de diseñar y gestionar una nueva web. Su camino después de dejar el cargo se ha convertido en un ejemplo para todos nosotros. Siempre he pensado que poner en valor el legado y la trayectoria de nuestros predecesores, con sus aciertos y errores, es un acto de justicia y una buena práctica en una asociación.
Por último, quiero dedicar los últimos párrafos de este artículo a los compañeros que he tenido en la Junta Directiva durante este último mandato.

Rubén Cavero (Elche, 2001) ha sido vocal de Relaciones Internacionales de Equipo Europa. Gracias a su trabajo, las embajadas de los Estados miembros son ahora las que nos llaman para organizar eventos, y no al revés. Y lo ha hecho mientras trabajaba en una consultora a jornada completa y escribía sus dos Trabajos de Fin de Grado. Pero Rubén es, sobre todo, un amigo, una buena persona y alguien entregado a una vocación internacionalista que ahora le lleva a China.
Pablo Allende (Irún, 1996) ha sido vocal de Relaciones Institucionales de Equipo Europa durante la primera parte del mandato, después de haberlo sido también en el año anterior. Aunque nos abandonó para “salvar a España”, como él dice, es quien ha conseguido que “a Equipo Europa no lo conozca ni la madre que la parió”. Y lo ha hecho mientras superaba problemas de salud graves. Por eso los que le conocemos de verdad sabemos que su carisma y su bondad son difíciles de igualar. Sara Santocildes (Barcelona, 2001) ha ocupado el mismo puesto en la segunda mitad del mandato. En realidad, se ha convertido en una vocal todoterreno implicada en todos los proyectos y en todas las delegaciones. Sara se ha entregado con pasión a los demás y, por eso, se ha ganado sin discusión continuar un año más en el cargo.
Juan Jesús López (Totana, 2000) ha sido vocal de Prensa en los dos últimos años. Su formación como científico marino no ha sido un obstáculo para liderar dos ediciones del pódcast de Equipo Europa, decenas de artículos de Actualidad Europea y un sinfín de publicaciones que es imposible detallar. Juanje tiene un atributo mayor que su versatilidad y ese es su humildad, su entrega a los demás y su capacidad crítica. Le caracteriza el inconformismo que, por lo “molesto” que resulta a veces, es imprescindible en toda asociación.
Eva Infante (A Coruña, 2002) ha sido durante el último año vocal de Sostenibilidad y Campañas. A la mirada crítica, Eva añade una vocación humanista y un bagaje intelectual que admiro. Es alguien al que nunca me gustaría decepcionar porque con ella he compartido buena parte de mi recorrido en Equipo Europa. Creo que el principal mérito de Eva es consolidar y descentralizar Europa Sostenible, nuestra campaña de concienciación medioambiental.
Irene González (Madrid, 1999) tiene una risa contagiosa y una verdadera voluntad para conseguir que Equipo Europa sea un equipo. Ella ha sido quien ha dinamizado las reuniones de la Junta Directiva. A pesar de que este último año ha sido particularmente exigente para ella, Irene nunca ha dejado de cumplir con sus responsabilidades y, gracias a su inconfundible bondad, se ha ganado la amistad y el cariño de todos nosotros.
Paula Jiménez (Madrid, 1999) ha sido la vocal de Comunicación durante estos dos años, convirtiéndose en la voz y en la imagen de Equipo Europa. Ha hecho suyo el puesto y ha dado identidad a las redes sociales de Equipo Europa. Paula, que siempre va de cara, ha intentado vernos más en persona que por videollamada y ha dado luz y color a todos los momentos que hemos vivido durante estos dos años.
Gerard Álvarez (Terrassa, 1999), como vocal de Formación, ha sido el líder de la principal campaña que hemos creado: las Olimpiadas sobre la Unión Europea, celebradas en 14 comunidades autónomas. Gerard ha trabajado de forma incansable por Equipo Europa y lo ha hecho ganándose el respeto y el aprecio de todo el mundo. Por algo fue el candidato más votado en las elecciones del año pasado en las que aspiraba a revalidar su puesto. Para Gerard el esfuerzo siempre merece la pena.
María Ortega (Madrid, 1997) ha sido nuestra tesorera en la etapa de mayor crecimiento económico y gestión financiera. No hemos recibido multas, nuestros fondos se han multiplicado y hemos recibido subvenciones en convocatorias competitivas. María pertenece a la misma generación que yo de Equipo Europa, he evolucionado en la asociación con ella y siempre hemos defendido cosas muy parecidas a nivel interno. Es una persona familiar y cariñosa que se ha ganado el reconocimiento general de todos.
Rosa Hernández Egea (Murcia, 2001) ha sido nuestra secretaria después de Víctor García de la Vega y continuará ocupando el puesto un segundo mandato. Mientras tanto, se ha sacado un máster, ha trabajado en lo público y en lo privado y se ha pasado el año viajando entre Pamplona, Madrid y Murcia. Es imposible no congeniar con Rosa porque se hace querer y siempre está dispuesta a echar una mano. Tengo la suerte de saber que Rosa va a estar cerca durante toda mi vida.
Gonzalo Martín (Aguilar de Campoo, 2001) es presidente de Equipo Europa desde 2023 y profesa un europeísmo que le viene de familia. Aunque no le voté en las primeras elecciones a vocal de Prensa a las que se presentó, después le convencí para que volviese a intentarlo y, unos meses más tarde, le animé a que se presentara a la presidencia de Equipo Europa. A pesar de que algunas personas me habían pedido que yo fuera el candidato y un íntimo amigo estuvo a punto de presentarse, no dudé en ningún momento en que Gonzalo era la persona idónea. Conforme ha pasado el tiempo, me he reafirmado más en la decisión que tomamos, que también contó con el apoyo de Helena. Estoy convencido de que mi principal contribución a Equipo Europa ha sido convencer a Gonzalo para que fuera nuestro presidente.
Con Gonzalo me vinculan orígenes familiares –mi apellido materno, Fontaneda, procede de Palencia; y mi bisabuelo nació en el pueblo de Gonzalo– y me separan formas de trabajar –él es más atrevido y yo seguramente soy más ordenado. Pero sobre todo nos une una pasión absoluta por Equipo Europa y una convicción de que lo auténtico de nuestra asociación son nuestros proyectos y nuestra implantación territorial.
La contribución de Gonzalo para que Equipo Europa sea reconocido nacional e internacionalmente como la asociación europeísta de referencia en España, ha sido decisiva. Creo que pocas personas somos realmente conscientes de lo que ha trabajado Gonzalo para llegar a donde estamos. Y eso se debe a que no se queja y no guarda rencor. Pasa página e intenta ver qué dirección podemos tomar para seguir creciendo. Ha sido –y sigue siendo– un líder con mayúsculas.
Una semana después de dejar la vicepresidencia, lo mejor que puedo decir es que todos ellos son mis amigos y que espero que lo sean, como decía Quintiliano, ad senectutem, “hasta la vejez”.
Concluyendo, el enciclopedista Plinio el Viejo escribió en su Historia Natural que antes que de cualquier otro lugar, primero hablaría de Europa, “la madre adoptiva del pueblo que ha conquistado al resto de naciones” (HN, III, 1, 5). La historia ya no se hace desde Europa, hemos abandonado puntos de vista eurocéntricos y colonialistas como los del citado autor romano, pero son otros los que hacen historia por nosotros. Por eso, creo que la Unión Europea, en este nuevo mundo más proteccionista y autoritario, no debe mirar hacia dentro. Debe exportar sus valores. Y espero que Equipo Europa, “el mayor éxito asociativo de España”, como lo denomina Diego Ruiz, siga el mismo camino. A la asociación le irá bien sí continuamos defendiendo la libertad para hablar de cualquier cosa, seguimos comprometidos con el pluralismo, la diversidad y los derechos humanos; y, sobre todo, ponemos la asociación en las manos de buenas personas con una vocación verdaderamente europeísta. Cinco años trabajando en el organigrama de Equipo Europa me permiten llegar a estas conclusiones que espero que sean útiles para todos aquellos que toman las riendas de la asociación ahora o que lo harán en el futuro. Porque Equipo Europa vive de la renovación constante.
