El otro día, paseando de noche por Pamplona, pude observar con desagrado cómo un joven se dedicaba a destrozar carteles que promocionaban la manifestación del 3 de junio en favor de la bandera de la Navarra. Para entonces, yo ya había decidido que iba a acudir. En realidad, lo había decidido desde el minuto uno en el que leí la convocatoria y el manifiesto. Este hecho no hizo más que reforzar mis ganas de estar allí el próximo día 3.
En un ambiente tan polarizado entre defensores y detractores de la Ley de Símbolos, creo que el manifiesto de los promotores de la manifestación ha sabido dar en el clavo ya que habla de concordia, de unidad y de respeto. Nuestra bandera es la de la concordia y la de la unidad porque no separa, sino que une, al contrario que otras. También es la del respeto porque no es excluyente, acepta que en Navarra hay diferentes sensibilidades, y aglutina a todos en torno a ella. Y como es de todos, no es de nadie en particular.
Iré a la manifestación del 3 de junio porque nos representa a todos los que creemos que banderas de otras comunidades no deben ondear en los ayuntamientos navarros. Ya tenemos una bandera que es de todos, ¿por qué seguir dividiendo a la sociedad?
“Divide y vencerás” parece repetir como un mantra el cuatripartito. Sin embargo, “vencer no es convencer, y hay que convencer, sobre todo”, como dijo Unamuno.
A mis 18 años, siempre he visto movilizarse a los mismos en defensa de las mismas causas y este 3 de junio nos ha llegado el turno a los que sí defendemos la unidad de todos los navarros.
A continuación, dejo un discurso titulado «La bandera que une» que pronuncié hace unas semanas en el marco de una actividad de la asignatura de Comunicación Oral y Escrita del Grado de Periodismo de la Universidad de Navarra:
En Navarra llevamos dos años sufriendo mucho. Estamos dirigidos por un cuatripartito encabezado por Uxue Barkos, que prioriza la agenda nacionalista a la agenda social. Y encima, lo hace en nombre de la izquierda. Pero la izquierda es internacionalista, no nacionalista. Como dijo du Guesclin: “ni quito ni pongo, pero ayudo a mi señor”. Pues bien, esto es lo que hacen Podemos e Izquierda Unida.
El pasado jueves, el Gobierno de Navarra derogó en el Parlamento la Ley de Símbolos. Dicha ley regulaba los símbolos que se debían utilizar de manera oficial en Navarra y, por tanto, sancionaba a los ayuntamientos en los que se colocase otro tipo de banderas. En realidad, lo que quería evitar es que ondease la ikurriña en los ayuntamientos de Navarra.
Este debate forma parte del tradicional enfrentamiento entre los dos sectores de la sociedad navarra: el nacionalista vasco, minoritario, como explicaré posteriormente, y representado por Geroa Bai y Bildu, y el que podríamos llamar “navarrísimo”, claramente mayoritario y representado por UPN, PSN y PP. Por otra parte, tenemos a Podemos y a Izquierda-Ezkerra que, pese a decir que el nacionalismo no forma parte de su programa, apoyan todas las medidas nacionalistas de Bildu y Geroa Bai. Entre ellas, la derogación de dicha ley.
Por un lado, los nacionalistas defienden la derogación de la Ley de Símbolos porque es excluyente y sancionadora. Argumentan que no se van a quitar los símbolos de Navarra y que simplemente se van a poner otros nuevos que reflejen la pluralidad de los municipios navarros. Según ellos, esto no hará más que democratizar la vida pública, ya que serán los concejales de cada ayuntamiento los que decidan poner la ikurriña o no.
Por otra parte, los que apuestan por mantener dicha ley acusan a los nacionalistas de despreciar los símbolos de Navarra imponiendo la ikurriña. Esgrimen que la mayoría de los navarros no quieren unirse a Euskadi, como demuestra el hecho de que el 71% de ellos quiere mantener el actual estatus de Navarra, según un barómetro del CÍES.
Para ser sincero, este es un debate que no lleva a ningún lado. Cada uno utiliza sus eslóganes y no se mueve de ahí. Ahora, con el cuatripartito se va a derogar la Ley de Símbolos y cuando vuelva UPN, se reestablecerá. Al fin y al cabo, así es la política.
Sin embargo, no puedo permanecer impasible ante la imposición, la ruptura y la desunión que algunos parecen promulgar. No hay navarros de primera o de segunda. Todos los navarros somos iguales. Sin embargo, algunos defendemos la unión de todos nosotros. La unión de nacionalistas y de no nacionalistas, de votantes de UPN y de Bildu. Una unión en torno a símbolos que unan de verdad, como la bandera de Navarra, que es la única que no divide a nuestra sociedad porque nos representa a todos sin excepción. La mayoría de los navarros queremos una Navarra foral, autónoma y libre de injerencias de otras comunidades.
Lo que defiendo no es un sometimiento a las cadenas del escudo de Navarra, ni un rechazo a la ikurriña. No. Lo que me pregunto es por qué tenemos que estar continuamente alimentando el enfrentamiento en nuestra sociedad cuando ya tenemos una bandera que es de todos.
La pluralidad no la garantiza el tener en un ayuntamiento determinado la bandera de otro territorio. Pluralidad puede haber con o sin banderas porque pluralidad es la que cada uno tiene. Por supuesto que Navarra es una sociedad plural y difícil de gobernar. Pero si nos ponemos así, llegaríamos al punto en el que habría que poner la bandera de Marruecos, de Rumanía, del colectivo LGTB… Y esa pluralidad es enriquecedora. ¡Qué aburrido sería si todos pensásemos o fuésemos iguales!
Otra cosa que no entiendo es la ambigüedad. No se puede tener un discurso en el Ayuntamiento de Tudela y otro en el Parlamento de Navarra. ¿O acaso Izquierda Ezkerra, que gobierna Tudela, va a poner la ikurriña allí? Lo mismo se podría decir de Podemos.
Como bien dijo Uxue Barkos en su investidura, ella es “una presidenta abertzale en una Comunidad que mayoritariamente no lo es”. Pues eso, Uxue, respeta a la mayoría silenciosa de esta comunidad que te exige unidad, unidad y unidad. Unidad en torno a la bandera de Navarra.
Va por mis abuelos.
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