Me encontraba en mi casa con mucho miedo hasta que tomé una decisión, llamar a la policía. No tardé mucho en llegar a la comisaría donde encontré a unos cuantos agentes como es normal y se lo conté. En dos segundos cogieron sus armas y me llevaron con ellos al castillo. Al rato apareció el ministro de interior y el jefe de los equipos especiales españoles.
Les indiqué el lugar donde nos encerraron pero allí solo estaba moribundo Javier García, claro habían pasado cuatro días y él era el más pequeño, que nos dijo que les habían llevado a otro castillo.
Decidimos que debíamos ir al castillo más cercano. La policía me dijo que me quedase afuera pero yo como os imaginaréis no hice ni caso y me colé por una alcantarilla. Allí vi unos planos del castillo y además indicaba la situación de las cárceles donde supongo que si estuviesen allí se encontrarían allí y todo indicaba que si. Vi una televisión que estaba encendida y daba un informativo en el que la ministra de defensa hablaba sobre la situación y que iban a enviar al ejército y si hacía falta no iban a dudar en utilizar armas.
Justo en ese momento oí a nuestros enemigos que se dirigían hacia esta habitación y rápidamente me escondí en el armario. Les oí hablar de que tenían ganas de matar y que iban a fusilar dentro de media hora a los dos siguientes: Asier y Javier Esain.
Seguí mi camino y oí algo al otro lado de una puerta y vi a unos policías. Les abrí la puerta y me dijeron que haces tú aquí, vete y les enseñe los planos y cortésmente me dejaron continuar con ellos. A los dos minutos cayeron por una trampilla todos menos el sargento y yo. De repente aparecieron unos guardias y nos empezaron a disparar. Uff menos mal que iba acompañado de un policía porque sino no viviría para contar esta historia.
Continuamos y enseguida encontramos la cárcel con nuestros compañeros.
A los días salía en la tele un comunicado del presidente diciendo que los policías que cayeron por la trampilla estaban bien, que todo los niños habían sido rescatados, que Javier García se encontraba bien, que aquel policía que me ayudó a rescatar a mis compañeros había recibido una medalla y bueno, de todas las buenas noticias hay una mala: LOS SECUESTRADORES HABÍAN CONSEGUIDO HUIR.
Diez días después la E.S.O. comenzaría.
Continuará
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