En 2025 se han cumplido 90 años desde el fallecimiento de Julio Altadill y Torrontera (1858 – 1935). Aquellos que nos dedicamos a la historia de Navarra, independientemente del periodo que estudiemos, nos hemos encontrado en diferentes momentos con las investigaciones de Altadill. Es oportuno detenernos en este importante personaje de la Navarra del siglo XX desde Diario de Navarra, periódico en el que él también escribió en alguna ocasión. La obra de este militar nacido en Toledo, pero casado con la pamplonesa Florencia Aldave Arteaga, es imprescindible para el estudio de las vías romanas, los castillos medievales, los despoblados o el auge del vasquismo cultural entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX en Navarra.
De hecho, Altadill fue una figura clave en la creación del Museo de Navarra en 1910, abierto con el nombre de Museo Artístico-Arqueológico y ubicado en el edificio de la Cámara de Comptos. En la inauguración destacaron las palabras pronunciadas por Ricardo de la Rosa, entonces gobernador civil de Navarra, para referirse a Altadill y a sus compañeros de la Comisión de Monumentos de Navarra como “esa clase benemérita de sabios modestos que se encierran en la soledad de sus estudios profundísimos y dedican sus esfuerzos a salvar de la ruina o de la indiferencia de muchos esos preciosos tesoros de la cultura que nos legaron las generaciones pasadas”. El militar toledano contribuyó a la creación de esta importante institución con el donativo de una colección de monedas romanas de plata y de un grupo de libros especializados en arqueología cristiana. Otros personajes de la época como el arquitecto Florencio de Ansoleaga u Onofre Larumbe también se encontraron entre esos “prohombres” que impulsaron el Museo.
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