La decisión del PSN de promover una moción de censura a Cristina Ibarrola para que Joseba Asiron vuelva a ser el alcalde de Pamplona nos aboca a tener un ayuntamiento en manos de la izquierda abertzale durante los próximos tres años. Porque hay que recordar que, de acuerdo con la Ley Orgánica del Régimen Electoral Central, “ningún concejal puede firmar durante su mandato más de una moción de censura”. Y esto convierte al pacto entre el PSN y EH Bildu en papel mojado.
El acuerdo entre los socialistas y los abertzales se centra en que Joseba Asiron respete el marco institucional de Navarra, cosa que no hizo cuando fue alcalde entre 2015 y 2019, y también habla de un “reconocimiento y reparación de las víctimas generadas por la violencia de ETA”. Por mucho que presuma el PSN, esto último no es nada nuevo si nos atenemos, por ejemplo, a la Declaración de Aiete de 2021. Hubiese sido un logro arrancar a Bildu una “condena” expresa del terrorismo de ETA o la colaboración en la resolución de los casi 300 asesinatos sin resolver, que es lo que demandan las organizaciones de víctimas. Pero no hay nada de eso.
Incluso si lo diésemos por suficiente, nada garantiza que EH Bildu lo vaya a respetar. Tienen garantizados 3 años de gobierno municipal gracias a la moción de censura del PSN. Hagan lo que hagan, tenemos izquierda abertzale para rato.
Pero creo que debemos ir más allá y entender que, por desgracia, ignorancia o desmemoria, por responsabilidad de todos y dejación de funciones de las administraciones públicas hasta hace muy poco, todo esto apenas importa a los votantes nacionalistas y también a parte de la izquierda, especialmente a las personas jóvenes. Sin olvidar el argumento moral, este no puede ser el único para expresarnos en contra de que Joseba Asiron sea el alcalde de Pamplona.
Recordarán los lectores la dimisión de Pedro Sánchez como secretario general del PSOE en 2016 y su exitosa gira por toda España para recuperar el liderazgo del partido. Con implicación de Santos Cerdán, Ramón Alzorriz y Maite Esporrín, Sánchez dio uno de sus mítines en Burlada. Y recuerdo muy bien las palabras de Esporrín allí en un momento en el que Pamplona estaba gobernada por Asiron: “Las obsesiones de EH Bildu son las cuestiones lingüísticas e identitarias, y lo hacen en nombre de la izquierda. Pero la izquierda no es eso: es solidaridad, libertad, internacionalismo e igualdad de oportunidades. En lugar de trabajar por lo que nos une, trabajan por lo que nos separa”. Las palabras de Esporrín hacen todavía más insoportables las declaraciones de aquellos dirigentes socialistas que aseguran que EH Bildu es un partido progresista. Nada de progresista hay en el nacionalismo.
Es cierto que el acuerdo entre el PSN y EH Bildu habla de igualdad, movilidad sostenible, vivienda o memoria democrática. Muestra la intención de los socialistas de ponerse de acuerdo con la nueva corporación municipal, y no es poco teniendo en cuenta que llevan 3 años negándose a acordar nada con UPN. Pero apenas son objetivos, retórica y no es un acuerdo programático real que asegure el progreso de Pamplona.
Junto a la vivienda, se me ocurren pocos temas sin resolver que afecten tanto al futuro de los jóvenes navarros como el TAV. Pues bien, EH Bildu está a favor de paralizar las obras del tren de alta velocidad. ¿Vamos a tener ahora un Ayuntamiento de Pamplona que ponga todavía más palos en las ruedas de este proyecto?
Tampoco se dice nada en el acuerdo sobre fondos europeos o la Unión Europea. Son dos temas que no están muy presentes en los programas electorales de Bildu, más allá de algunas referencias a las imposiciones de Bruselas. En 2023, Pamplona va a estar gobernada por un partido euroescéptico. Y puedo decir con seguridad que la gran mayoría de los jóvenes pamploneses somos europeístas.
Resulta especialmente sangrante leer a socialistas vascos justificar los pactos en Navarra con Bildu a la vez que explican por qué allí no van a pactar con la izquierda abertzale. No entiendo por qué los navarros tenemos una menor condición o por qué aquí todo cabe. Es incomprensible que hayamos celebrado que el PSOE haya conseguido el Ayuntamiento de Vitoria y que en Pamplona el mismo partido se lo regale a Bildu.
No es verdad que la moción de censura se produzca por la incapacidad de UPN para dialogar, por mucho que, en mi opinión, asuntos como el parking de la calle Sangüesa o el corredor de Beloso se deberían haber planteado de forma diferente. Se produce porque los votos en Madrid de Bildu valen mucho más que el escaño de Alberto Catalán y porque los socialistas creen que este es el camino válido para seguir gobernando Navarra durante muchos años. Lo hacen, eso sí, olvidando que en cada curva se están dejando credibilidad y transversalidad. Lo hacen por la espalda, mintiendo a sus votantes y sin que la máxima responsable dé la cara. Y eso, antes o después, en política, se paga. Como socialdemócrata convencido e independiente, expreso mi tristeza y decepción.
Este artículo fue originalmente publicado en la edición digital e impresa de Diario de Navarra.
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