Nunca olvidaré la última victoria de Nadal por muchos motivos. En primer lugar, porque ha conseguido su 21º Grand Slam. A partir de ahora ya podemos decir que Nadal es el mejor tenista de la historia. En segundo lugar, por la remontada. Nadal ha triunfado en Australia a pesar de perder los dos primeros sets contra Medvedev.
Pero sobre todo no olvidaré esta victoria de Rafa porque la he vivido en el tren, volviendo con mi cuadrilla de Sevilla. Me he levantado de la cama esta mañana y, mientras desayunaba, he visto cómo Rafa no jugaba a su mejor nivel. He recogido la maleta y he visto cómo perdía el segundo parcial a pesar de tener bolas de set y de mejorar sustancialmente su nivel. He dado un último paseo entre los naranjos de la Avenida de la Constitución de Sevilla y he visto cómo se empezaba a fraguar la remontada. Junto al Palacio de San Telmo, Rafa ha anotado su primer set. Y en la estación de Santa Justa ha empatado el partido.
Y, ya en el tren, me he emocionado con mis amigos viendo a Rafa ganar el partido y levantar el trofeo de campeón. Reconozco que no pensaba que Rafa sería capaz de ganar en Australia después de seis meses sin competir, después de romperse el escafoides y después de quedarse varios días en la cama por COVID-19. De una manera u otra, Nadal siempre ha tenido problemas en Australia: unas veces han sido los rivales (Djokovic y Federer) y otras las lesiones. Pero Melbourne le debía un trofeo a Rafa, y ha sido el más especial: el que le convierte en el tenista que más Grand Slams tiene. Se dice pronto.
Como explicaba Álex Corretja en la retransmisión de Eurosport, lo que ha conseguido Rafa en esta ocasión es imposible. Imposible porque tiene 35 años y hace tiempo que no le veíamos a su mejor nivel. Imposible porque Medvedev, Tsitsipás y Zverev, entre otros, son hoy en día mejores que Nadal en pista dura. Imposible porque nunca nadie había remontado dos sets en una final del Open de Australia. Tampoco Rafa había logrado una hazaña de este tipo en un torneo de este nivel y en una final.
La conclusión es que Rafa hace lo imposible. Que su mentalidad de campeón está por encima de todo lo demás y, sobre todo, de todos los demás. A los demás nos toca darle las gracias por tener la posibilidad de verle jugar y de verle completar récords en la historia del tenis. Darle las gracias por colarse entre nuestros mejores recuerdos, como en mi caso ha sido un viaje a Sevilla. Darle las gracias no sólo por lograr lo imposible, sino porque lo imposible es él. Lo imposible es Nadal.
José Ángel dice
Sí señor, merecido se lo tiene Rafa. Muy buen post, Javier