La gran perdedora de los Oscars (sólo se llevó una estatuilla), me ha parecido sin lugar a dudas una americanada, pero una americanada de las buenas. Es una película con lo mejor y lo peor.
Lo mejor sin duda son esas escenas de tensión en las que el actor principal, Bradley Cooper, se encuentra entre la espada y la pared. Lo peor, esa exaltación del patriotismo americano destacado al final de la película con una gran apología de los soldados que combatieron en Irak y esa brutalidad tan típica del ejército americano en su preparación.
Con una agradecida lentitud y pausa, esta película hace pensar y nos pone en la situación del personaje. La familia o acabar con el trabajo, ¿Qué harías tú? También me parece interesante cómo va cambiando la motivación del personaje para ir a la guerra. Al principio es la rabia y la sed de venganza causada por el 11-S, que lleva a muchos americanos a alistarse en el ejército, y más tarde es ese espíritu de acabar con el trabajo y las ganas de vengar a los soldados caídos de la que hace gala el personaje más tarde.
Por otro lado, me ha parecido interesante cómo refleja los problemas psicológicos de los personajes después de volver a la guerra. Son cosas que no se suelen reflejar en películas de este tipo, que ponen a los soldados como personas prácticamente inhumanas que no sufren, a no ser que sea de una herida de bala.
Muchas veces vemos en las noticias que hay una gran controversia porque unos soldados han matado por desgracia a unos civiles y nunca se me había ocurrido que, como ocurre en la película, un soldado puede encontrarse en una situación complicada, en la que mata a un civil porque sospecha que es enemigo pero no puede estar seguro de que lo sea y por lo tanto, se la juega.
En definitiva, El francotirador es una película que te hace reflexionar, es una película de Clint Eastwood.
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