Nada más y nada menos que en dos días tenemos otra huelga de estudiantes, siendo la última hace menos de un mes, diría yo. Es ridículo que los estudiantes nos reivindiquemos cada cuatro semanas, como también lo es, que oiga a muchos jóvenes decir:
– Vamos, huelga, así no voy al colegio y me quedo en casa toda la mañana.
En vez de decir:
– Ya era hora de una huelga, están destruyendo nuestros derechos con las reformas educativas que nos imponen desde Madrid, tenemos que ir a la manifestación, vamos a hacer ruido.
Por suerte, cada vez más son los que están a favor de ir a las manifestaciones, en vez de simplemente, dormir, ajeno a todo.
Tampoco comprendo, porque necesitamos el permiso de nuestros padres para poder manifestarnos, un derecho claro, A nuestras edades ya somos lo suficiente mayores para este tipo de decisiones, por lo menos yo, y gran parte de mis compañeros.
Probablemente no encontraréis mucha relación de lo que he dicho con el título, ahora lo entenderéis. A raíz de esta huelga, algunos, en clase, nos hemos puesto a debatir sobre algunos aspectos de la sociedad actual, acabando, como no, en los políticos corruptos. Pero entonces, han empezado a surgir voces defensoras de los corruptos, algunas personas se atrevían a decir, que cualquier político es corrupto, y cualquiera de nosotros si lo fuese no dudaría en coger un maletín de dinero a cambio de votar a favor de algo en una reunión, por ejemplo. Otros, no creíamos lo que oíamos, pero no por no respetar su opinión, sino por la poca confianza en esta sociedad de algunos, que tan jóvenes pierdan la esperanza en un mundo democrático justo, desde mi opinión, es muy triste.
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